Podría decir que se volvería amarillenta o sepia en el cajón de los recuerdos y de las fotos antiguas como duermen las de 1977 o 2005 pero me temo que ya no se recortan periódicos ni se imprimen fotografías. De todas formas, ahí queda. Y ojalá sea la primera de un ciclo de prosperidad, que lo excepcional deje de serlo. Que no dé tiempo a que esta foto pierda el color. Que los mismos que se batieron el cobre como jabatos sobre el resbaladizo césped cartujano levanten una Copa y otra y otra y otra. Pero no seamos agonías.
Celebremos lo conseguido. La Tercera está en el bote. En esas vitrinas que tanto polvo crían según algunos chistosos con la gracia donde las avispas y que desde ayer están algo más apretadas. Con sufrimiento, claro que sí. No seríamos el Betis, si fuera fácil. De cinco finales, cuatro prórrogas y dos tandas de penaltis. Nadie nos ha regalado nada, nunca. Más bien al contrario.
Hubo que llegar hasta el final, sorteando el campo minado que planteó ese personaje nefasto que algunos querían para entrenar al Betis cuando hace solo tres años se formó la que se formó y sorteando también a un lamentable arbitraje que parecía más interesado en calmar a los jugadores del Valencia y en que terminaran los once en el campo que en impartir un mínimo de justicia. Pero ya lo hemos dicho miles de veces. La máquina que ha diseñado Gran Jefe Pelo Blanco puede con lo que le echen.
Ahí tenemos a ese Bravo, veterano y decisivo en lo que tuvo el Valencia, a Bellerin, puñal y asistente en el gol, a la pareja Bartra/Pezzella inabordable por tierra, mar y aire salvo en el despiste del tanto che, a ese Álex Moreno fundamental en todo lo bueno ocurrido este año, a Guido, escoba omnipresente, a Carvalho, la clase vestida de futbolista, a Fekir, maltratado una y mil veces y levantándose otras tantas, a Canales, exprimido hasta que no quedó más aire en los pulmones, a ese Juanmi que se tropezó con el palo y mereció mejor suerte, a ese Panda…así se defiende un escudo, gallego, qué golazo y qué partidazo y, en fin, a esos cinco “ suplentes “ que en una metáfora perfecta de la política de rotaciones de Pellegrini cargaron con la enorme responsabilidad de los penaltis y todos cumplieron como los grandes : Willian Jose, Tello, Joaquín, Guardado y ese bético de raza llamado Juan Miranda que no sé si aún a estas horas es consciente de que ha pasado con letras de oro a la historia legendaria de su equipo de cuna.
Merecimos ganar antes de llegar a los penaltis pero como dijo el capitán que los manda – si, el de los chistes – no hay gloria sin sufrimiento y el instante de ver como el rey le entrega la Copa al eterno portuense, ese que no se va a retirar nunca, lo compensa todo. Cobo, Cañas y ahora Joaquín Sánchez. Un cántabro y dos gaditanos, uno de Rota y otro del Puerto, para el álbum de las fotos. Y una afición detrás, los que llenaron estadio y medio y hubieran llenado dos o tres más, los mayores que merecen esto más que nadie, los jóvenes y los que estamos en medio que tenemos la edad suficiente para recordarlo todo y que esperamos vivir mucho más.
Disfrutemos, béticos. Vivid vuestro beticismo con alegría y sin complejos y a todos los que van a estar hoy en la fiesta, no os acordéis de nadie de más que de los nuestros. Categoría, saber estar y el desdén preciso que es la mejor forma de desprecio. El látigo de la indiferencia, de verdad y no de ojaneta de la calle Goyeneta.
Parafraseando al pregonero. ¡A la gloria, béticos, a la gloria!
Y guardad esta foto para siempre.