Hizo el Betis todo lo que estaba en su mano para ganar y no lo consiguió. No importa. Y menos en una competición en la que manifiestamente eres un estorbo. Lo dijo con júbilo el locutor que narraba el partido para la tele, uno más de los sicarios del duopolio, la voz del Nodo azulgrana/ merengue: «Tenemos clásico para el domingo». Le faltó solo decir «por fin nos hemos quitado de encima a estos pesados». Ya tienen la final que querían, así que desde este momento anuncio mi total desinterés por lo que pase con la Supercopa desértica.
Ojo, no me quejo del arbitraje. El sensor chivato estuvo a punto de arruinarle la final soñada a estos mangarrianes. Pese al posible penalti al Quenohacenada y a alguna que otra descompensación en las faltas, no fue de los peores arbitrajes que hemos tenido. Pero es muy incómodo salir al campo con la sensación, tan difusa como cierta, de que el establishment no quiere que estés allí, pese a que el campeón eres tú y no el otro.
Esto hay que tenerlo muy claro. Pese a los comentarios rayanos en la desfachatez de los voceros del régimen, el invitado era el Barcelona y los campeones, nosotros. Eso sí, disfrutamos de un partidazo. Por las dos partes, porque el Barcelona salió arrollando. Dembele amenazaba con darle la noche a mi shico Ruibal y el doble pivote Guido/Canales se las veía y se las deseaba. Pero a la media hora el viento se dio la vuelta y el Betis empezó a carburar. Las mejores y más claras ocasiones fueron nuestras. Ter Stegen sacó tres balones claros de gol pero fue el Barcelona quien marcó, en rebote afortunado de Lewandowski.
La segunda parte siguió por los mismos derroteros y con el Portugués Lento al mando de las operaciones sustituyendo a un Canales extrañamente bajo de forma, al que urge recuperar. Y cómo la mueve el muchacho. A su son, Rodri hacia diabluras, Miranda respondía a los escépticos – entre los que me encuentro – y a los que dicen que no tenemos laterales – entre los que no me encuentro – , Luiz Felipe y Pezzella continuaban con su lección de frontón y Luiz Henríque derribaba la puerta para siempre. El fue quien asistió al Quenohacenada para el empate y la prórroga. Ésta empezó al revés, golazo de Ansu Fati. Pero el Betis siguió igual, a lo suyo, martillo pilón. Nada ni nadie hace desfallecer a este equipo.
Y como el fútbol es así de perverso, apareció quién menos se esperaba. Loren estaba y está en la rampa de salida. Casi no ha jugado. Por alguna razón, GJPB le dio cancha ayer. Y fue él quien marcó. De tacón, encima. No marcaba un gol con el Betis desde hace dos años, también ante el Barcelona. «En fútbol no eleven nada a definitivo», decía aquel, y llevaba razón. Llegaron los penaltis y lo que en abril fue cara, ayer salió cruz. Marcaron Willian Jose y Loren y fallaron Juanmi y el Portugués que juega con la Chorra Fuera como Robert Redford susurraba a los caballos. Mala suerte. Pasada ya la frustración momentánea, honor, gloria y reconocimiento a esos diecisiete jabatos que ayer honraron la verdiblanca.
No se puede tener más vergüenza torera en un campo de fútbol. El que da todo lo que tiene, no está obligado a más. El próximo miércoles ante el Osasuna, en la ronda copera, hay que poner el campo bocabajo con esta gente.
Así, si, da gusto hasta perder.