Con el Madrid ya campeón, el Barcelona no tiene más aliciente que no perder su posición actual. Por tanto, la competición nos ofrece una nueva oportunidad para disputar hasta el final la posibilidad de entrar en Champions cuando parecía todo perdido tras caer ante el Elche. Se presenta la ocasión de redondear una temporada histórica.
Hace una semana que levantamos un título. No ocurría desde hacía 17 años. En la celebración del mismo en el estadio, Gran Jefe Pelo Blanco recordó que el lunes había partido en Getafe. El equipo volvió a entrenar el martes, tres días después de la final y desde entonces la plantilla ha acudido a una recepción en San Telmo ante el presidente de la Junta y se les ha podido ver de cena y en un concierto de un grupo flamenco. Eso ha bastado para que las cuentas twitteras propensas al drama y al folletín barato intenten encender – con escaso éxito – las alarmas del beticismo. Hay gente que no vive sin una tragedia. Y la tragedia ahora consiste en que vamos a perder los cinco partidos que quedan porque los futbolistas son un hatajo de haraganes que solo quieren fiesta y que Pellegrini es un chiquichanca que no maneja al grupo que tiene entre manos. Menos mal que están ellos aquí para meter en cintura al personal y que los jugadores no se relajen porque, claro, les da igual todo y como el club no tiene exigencia interna de ninguna clase, tienen que ser ellos quienes con su essihenssia se echen a las espaldas la carga de llevar al Betis para adelante.
En serio ¿Alguien cree que Gran Jefe Pelo Blanco no quiere disputar hasta el final lo que queda? ¿ Alguien cree que los jugadores que han repetido por activa y por pasiva que quieren entrar en Champions no van a darlo todo hasta el final? ¿Por qué molesta tanto el estado de felicidad instaurado en nuestro club? ¿Por qué esas mismas cuentas que como te descuides aún te recuerdan goleadas del año de la polka, intentan que todo el mundo olvide rápido, no sólo las victorias sino hasta los títulos?. Preguntas sin respuestas. O con respuesta tan clara que no hace falta ni preguntar. Hay mucho Rappel frustrado que no ha acertado ni una sola predicción apocalíptica de las muchas que han formulado y que ahora le buscan salida a la bola de cristal, intentando que la gente se alegre lo justito, no vaya a ser que descienda el nivel de amargamiento continuo que pretenden. ¿Existe el peligro de la relajación?. Pues puede que si, lógica y humana tras meses tan intensos como los que lleva el equipo, con maratones de catorce partidos en cuarenta días que parece que ya hemos olvidado. Y también hemos olvidado que ahí esta Manuel Pellegrini Ripamonti al que, al menos yo, no veo tumbado a la bartola en el mes que queda de competición ni permitiendo que nadie lo haga. Y veo a unos jugadores con hambre que no sacia una sola Copa, por grande que sea.
El Betis ya ha cubierto los objetivos sobradamente. El principal, que era repetir plaza europea, está en el saco y además, por la vía rápida y más corta, campeonando en Copa del Rey. Entrar en Champions sería la guinda del pastel, la repera, la leche en bote, como decía un sargento que tuve en la mili. Pero no es objetivo essihible ni por potencial ni mucho menos por presupuesto. Si entramos, cojonudo. Si no lo hacemos, no pasa absolutamente nada. Lo único que se puede pedir es intentarlo y estoy seguro de que se hará, como también lo estoy de que cada derrota que venga, si viene alguna, se va a interpretar en clave “el equipo no ha competido porque está relajado”. No hay nada como conocer a nuestros clásicos. Pero no hay lugar al drama barato e impostado.
Este año, no.