Al final ganaste una batalla, Rosalía, que no la guerra. Que me perdone la Rosalía de verdad, momentáneamente cambiaré las Follas Novas por el Motomami ya que la ocasión, lo requiere. La alegría nos espera en nuestra localidad del Villamarín quien la tenga, quien la tuvo, quien la tendrá, vivimos una bonanza bética instalada en un entusiasmo perenne aferrado en el corazón desde que Miranda, siempre Miranda, metió aquel gol con el escudo. Que suene la despechá, que se nos olviden tantos tiempos desagradables, llenos de penurias, malos dirigentes y tristeza, celebremos que la alegría ha llegado a Heliópolis y que de momento, piensa quedarse. Por el vestuario anda, el capitán sabe cómo distribuirla y aunque no comulgue con ciertas exposiciones que del uso de esa alegría hace, pesa más el fruto de su carisma sobre la hierba que nada. Joaquín la reparte allá donde va, siempre tiene un gesto de cariño para quien se lo pide, sin hablar de sus méritos deportivos, ni de sus cuarenta primaveras de un bálsamo de Fierabrás verdiblanco, ni del valor de arrimar el capote al ruedo accionarial o el gesto de facilitar la inscripción de otros compañeros, eso solo lo hace un corazón anti manchas, con sitio en propiedad en el Olimpo Bético.
RESTO DEL ARTÍCULO EN:
https://sentirbetico.es/2022/09/15/alegrias-motomamis-y-rosalia/