Estamos ya al final de la semana futbolera más larga del año en esta nuestra ciudad. Es un semana que dura veinte días por lo menos, sin importar que haya partidos de por medio. Todo se interpreta en clave derbi, cada gesto, cada palabra y cada decisión de los dos entrenadores se traduce con miras a lo que ha de pasar mañana.
A mi, lo digo ya, no me gustan los derbi ni un pelo. Respeto profundamente a quien disfruta con los dimes y diretes y los entresijos de estos partidos. Es más, les envidio porque me gustaría verlo con otros ojos. Pero para mí son dos partidos que borraría del calendario y de la faz de la tierra. Y no digo nada de cuando la
bolita caprichosa de los sorteos nos encaloma alguno más de propina. Alguna que otra vez me he perdido por ahí para no ver ni oír ni saber nada pero entiendo que lo mío es minoritario, la mayoría de la gente se lo pasa bomba con los derbis. Dichosos ellos.
En los últimos años ha habido dominio de la sección de Circo y Teatro de Nervión. No siempre, hay que decirlo. Algunas veces les hemos metido el agua en casa durante este tiempo, aparte de haber quedado dos veces por encima de ellos – algo que pocos recuerdan – en lo que han sido los mejores años de su milenaria historia, esa que se remonta al Pleistoceno según las “investigaciones “ más recientes. Fue en las temporadas 12/13 con Pepe Mel y en la 17/18 con Setién. Pero es indudable que nos tienen comida la moral y que han conseguido rodearse de un aura de supuesta superioridad genética y de abundancia del famoso “veneno“ que les hace afrontar estos partidos como si ya los tuvieran ganados desde antes de salir al campo.
Esta vez, sin embargo, es diferente. Por vez primera desde hace algún tiempo, el partido nos llega con trece puntos de ventaja, nosotros en puesto Champions y ellos en descenso. No estaban acostumbrados a semejante situación y lo llevan bastante mal. Así que han tocado a rebato y han desplegado a la artillería mediática que se ha encargado de organizar la Semana del Victimismo. Hemos visto, escuchado y leído a los más conspicuos representantes de la guardia pretoriana de la vedette de San Fernando con el traje de piel de cordero proclamando que el Sevilla nada tiene que hacer en este derbi, que el Betis es claro favorito, que poco menos que está obligado a golear y que todo lo que no sea eso, sonará a fracaso.
La trampa se ve venir desde lejos. Se trata de magnificar un posible resultado positivo del equipo de Sampaoli y de minimizar una victoria bética ajustada. Si ganamos, es más o menos obligado. Si
perdemos o empatamos será una hazaña para ellos y el principio de la remontada. También han recurrido a la vieja estrategia de hacer ver que acudirán en cuadro a la cita, llorando por los cientos de lesionados que tienen para que luego cuando se va acercando el final de la semana se produzca el milagro de la sanación de enfermos y todos o casi todos terminen estando en la convocatoria. Todo es más viejo que el hilo negro. Pero efectivo a la vista de los comentarios de algunos.
Me producen un poco de repelús las continuas arengas y las apelaciones a la sangre, al veneno, a que hay que machacarlos, reventarlos y no sé cuántos términos bélicos más. El Betis debe imponerse por puros argumentos futbolísticos. Tenemos mucho más que el rival en estos momentos. La intensidad, el ir al choque, las vísceras y la sangre los doy por hechos, como el valor al soldado.
No creo que además a este equipo le haga falta que nadie le inyecte testiculina ni “hambre“ de ninguna clase, mírese como ejemplo la jugada del segundo gol del otro día a la Real Sociedad. Desde Nervión van a tratar de enfangar el partido y provocar a nuestros mejores jugadores, caso Fekir por poner el ejemplo de quien es más propenso al cruce de cables. Ahí llevamos las de perder porque se manejan mejor que nosotros y porque el
colectivo del ínclito Medina no nos pasa una y tiene el gatillo fácil con la gente listada en
verdiblanco. En el césped estará Sánchez Martínez, célebre perseguidor de Nabil en aquel partido contra el Barcelona. Razón de más para no entrar en guerra de guerrillas a las que no
estamos habituados. Debemos imponernos por puro fútbol.
La superioridad del Sevilla en estos años se ha basado simplemente en eso, en que eran mejores que nosotros, árbitros aparte que de todo ha habido en la viña del Señor. Nada de genes ganadores ni de veneno en la sangre. Ya sé que hay ejemplos de triunfos del que peor llegaba en ambos bandos. Pero somos mejores que ellos y si todo transcurre con normalidad vamos a ganar. No será fácil, que nadie espere una goleada con la gorra. Vamos a sufrir y sufriremos. Pero ganaremos. Con el fútbol por delante.